Scorsese y Coppola

Lo que hay que entender de la declaración polémica de Martin Scorsese es: no le parece que las películas de súper héroes deban juzgarse igual que se juzgan las de otra naturaleza (las que, a su juicio, encuadran como «cine»), y él se declara incapaz de verlas. No le interesan, y para explicarse comparó su funcionamiento con el de los parques temáticos. (Poco antes de morir, Philip Roth deploró en una entrevista cómo el mundo se había vuelto justamente un enorme parque temático, y advirtió sobre los riesgos para la libertad que entraña el hecho de que estemos encantados con eso). Luego, en la misma dirección que su colega, Francis Ford Coppola añadió: «Cuando Scorsese dice que las películas de Marvel no son cine tiene razón porque esperamos aprender algo del cine, esperamos ganar algo: de iluminación, de conocimiento, de inspiración». Y fue todavía lejos, ya en un plan más inflamado: «No sé de nadie que saque algo de ver la misma película una y otra vez. Martin fue amable cuando dijo que no eran cine. No dijo que eran despreciables, que es simplemente lo que digo que son».

Ya lo dicho por Scorsese había bastado para irritar a los entusiastas de las películas de súper héroes (¿es correcto decirles así?, me pregunto, pues no estoy seguro de que ese ingrediente sea el más decisivo para saber de qué estamos hablando: películas de acción, originadas en cómics, pero quizás más bien definidas por fórmulas narrativas más o menos infalibles y poco variables…). Hubo uno que le espetó al director de Casino, Taxi Driver y Toro Salvaje, que abriera la bocota sólo hasta que hubiera filmado algo digno de verse. ¿Estamos ante uno de esos abismos insalvables que hay entre las generaciones? Claro, el eco que hicieron los medios faranduleros no ayudó, pues buscaba hacer ver a Scorsese y a Coppola como viejitos ideáticos incapaces de abrirse a algo nuevo. Pero pienso que no se trata de eso: seguramente es que, sí, lo que este par juzga como cine es una cosa, y lo otro es algo distinto, que persigue otros fines. Y la diferencia puede consistir en eso: en unas películas te duermes, y en otras no. Ya que cada quién decida cuáles van a servirle de somnífero. Y cuáles preferirá perderse.

J. I. Carranza

Mural, 24 de octubre de 2019