Una de las enseñanzas que tendría que estar dejándonos la multiforme crisis que atravesamos (sanitaria, económica, política, moral) es que el futuro es imprevisible. A despecho de las proyecciones más lógicas que la ciencia pueda hacer, detrás del horizonte siempre estará acechando la posibilidad que faltó contemplar, o la que fue descartada por demasiado fantástica. Esta vez fue el virus que supuestamente emergió en un mercado en una ciudad china: nadie lo vio venir. ¿Nuestra imaginación debería esforzarse más?

En un gesto muy significativo, la revista Wired (una muy respetable publicación dedicada a las innovaciones tecnológicas y culturales mediante cuyo conocimiento podemos ir anticipando lo que trae consigo el porvenir) dedica en su totalidad su número más reciente a contener el adelanto de una novela titulada 2034: A Novel of the Next World War, de la autoría de Elliot Ackerman en colaboración con el almirante James Stavridis, de la Marina estadounidense. Desarrolla, esta novela, el que podría ser el desenlace más catastrófico de las hostilidades actuales entre Estados Unidos y China: lo que hoy es competencia por el liderazgo mundial resuelta en un enfrentamiento de dimensiones apocalípticas. Como lo explican los editores de Wired, los autores de la novela se inspiraron en obras de ficción escritas durante la Guerra Fría: «Quizás una razón por la que ese conflicto no desembocó en la Tercera Guerra Mundial fue que tantos autores trabajaron meticulosamente en imaginar los peores escenarios, a fin de hacer lo impensable tan vívido como fuera posible».

¿La ficción evitó que el mundo se precipitara a una hecatombe nuclear? Dicen los editores de Wired a sus lectores, a propósito de la decisión de publicar el adelanto de esta novela: «Considéralo como otra vacuna contra el desastre» —en alusión a la esperanza que la vacunación contra el coronavirus ha despertado en un mundo sumergido en la incertidumbre. No fuimos capaces de imaginar la desgracia que nos ha acaecido como especie. De haberlo hecho —como lo hace esta novela con la guerra mundial de 2034—, tal vez habríamos conseguido detenerla. Acaso la literatura sea la mejor forma de conjurar y evitar los futuros peores.