Pletóricos de contradicciones y nimbados de mitos y malentendidos, los próceres principales de la historia patria son siempre figuras fascinantes, quizás en mayor medida gracias a los relatos que nos hemos hecho de ellos que a sus hazañas concretas. Estoy corroborándolo ahora que a mi niña, en tercero de primaria, están enterándola de esa materia. ¡Qué asombrosa es! La brevedad de la campaña de Hidalgo, por ejemplo, ¿cómo pudo dar cabida a lo descomunal de su empresa? Parece absolutamente fantástico que semejante épica haya podido desplegarse a lo largo de ese puñado de meses, desde la noche en Dolores y hasta que su cabeza fue a parar a la Alhóndiga —donde habría de secarse en una jaula de hierro y quedar ahí, exhibida como una monstruosa advertencia, ¡al menos durante diez años! Las precisiones que podrían hacerse a la justeza histórica de tales relatos importan menos, creo, que su poder de encantamiento. Y menos, también creo, que las consecuencias que tuvieron: en lo que deberíamos centrarnos es en el influjo de esos relatos en la conformación de nuestras conexiones emotivas con lo que somos.

A propósito de la emotividad, es muy justificable en esos términos que se haya reunido a Hidalgo con Morelos en los nuevos billetes de 200 pesos. Recuerdo que una vez, en el museo dedicado al segundo en Morelia, conocí la relación de las pertenencias que don José María llevaba consigo el día que lo fusilaron: el manípulo, la estola, un rosario, un misal… sus instrumentos de trabajo como cura, vamos. Pero también tenía un diccionario francés-español que le había obsequiado Hidalgo, con dedicatoria autógrafa. Esa noticia siempre me ha emocionado mucho: mientras andaba guerreando e inventando el país, Morelos estaba estudiando francés —y ese obsequio es testimonio de la simpatía que esa ambición habrá despertado en el otro cura, que había abrevado algo de sus inspiraciones de insurrección en sus lecturas de Voltaire y de los enciclopedistas. ¿Dónde habrá quedado ese diccionario?

Creo que sólo por eso está muy bien tenerlos juntos en el mismo billete. Lo malo es que para eso hayan desterrado a Sor Juana —aunque se ha anunciado que volverá, en los de 100 pesos: ojalá que sí.

J. I. Carranza

Mural, 12 de septiembre de 2019