Según lo que el Fonca comunicó mediante sus redes, y también según la cobertura periodística que hubo, fue un éxito el Primer Encuentro de Jóvenes Creadores celebrado la semana pasada en Papantla, Veracruz. Ya no se iba a hacer, ese encuentro, debido al desastre ocasionado en la fugaz administración de Mario Bellatin: según su percepción, esas reuniones entre becarios y tutores eran un despilfarro, así que corrió a la gente que las organizaba. Luego de que desairara el diálogo con la comunidad artística, el funcionario fue defenestrado, y quien llegó a reemplazarlo ha tratado de remediar el tiradero: ya se lanzaron las convocatorias retrasadas y se publicaron los resultados del programa México a Escena, y también se armó a toda prisa el encuentro —con la consecuencia de que muchos no pudieron asistir.

Bien, pues yo fui, y tengo dos cositas que decir al respecto. Primero, que ciertamente la comunidad papantlense pudo disfrutar de algunas actividades organizadas como una forma de conectar el trabajo de quienes se benefician del Fonca con la sociedad: música, cine, teatro y espectáculos infantiles en espacios públicos. Pongamos que eso está bien. Pero también hubo esto: como los vientos que soplan desde Palacio Nacional orientan las políticas culturales hacia un supuesto redescubrimiento o reivindicación de las raíces, el hecho de que el encuentro fuera en el Centro de las Artes Indígenas vecino a la zona arqueológica del Tajín obedeció a la intención de poner en contacto a los jóvenes becarios con los creadores totonacas que ahí trabajan, y aunque eso desde luego puede tener sentido, hay que señalar el carácter de puesta en escena que adquieren estas iniciativas para la «Cuarta Transformación». Ya lo vimos en el montaje del 1 de diciembre de 2018 en el Zócalo: los discursos, los rituales y las ceremonias de los que la nueva administración se aprovecha para alardear de lo que hace, antes que ponerse a hacer las cosas correctamente. Porque lo cierto es que el encuentro fue un ejemplo de desorganización, improvisaciones y ocurrencias, las condiciones para trabajar fueron ínfimas y quedó claro que falta mucho para remediar el desastre. Como en todo el país, vaya.

 

J. I. Carranza

Mural, 2 de mayo de 2019