He descubierto, con alguna aprensión, que uno debe administrarse en la exhibición de sus recuerdos cuando éstos proceden de épocas remotas. Primero, porque nada denuncia mejor cómo vamos llegando a la edad provecta. Pero, sobre todo, porque es grande el riesgo de que cada vez menos gente entienda lo que uno quiere decir. Gente que quede viva, quiero decir. O jóvenes. Hace poco, en clase, les nombré a mis alumnos a Fidel Velázquez, según yo para hacer una comparación chistosa. Pasmo general: ¿de quién diablos les estaba hablando? Pero me espanté de verdad cuando pasó lo mismo con Verónica Castro (fue antes de que La Casa de las Flores la sacara del sarcófago).

Esto viene a cuento porque quise empezar este artículo recordando cómo, hace miles de años, salía en la tele la orquesta de Venus Rey, concretamente en el programa de Madaleno y Paco Stanley… Pero me la pensé porque ahí iba yo otra vez, con mis referencias crípticas, y es que luego la vida se va en eso, en estar explicando los contenidos de la propia memoria. El caso es que aquella orquesta, cuyo conductor era el líder vitalicio del sindicato de músicos (lo recuerdo con sus lentes oscuros, del estilo de los que llevaba el compañero Fidel), siempre soltaba un grito de guerra que obedecía, me imagino, a la necesidad de que no les faltara chamba a todos los integrantes del sindicato. Decía, Venus Rey: «Porque la música en vivo…», y sus músicos le respondían: «¡Siempre es mejor!».

Bueno, pues me acordé de esto el otro día, en la Vía RecreActiva, cuando tuve la mala pata de estar un rato cerca de un violinista que, instalado en el camellón de Chapultepec con altavoces gigantes y sobre una tarima, torturaba el domingo con tonadas horrendas que su instrumento montaba sobre grabaciones elegidas quién sabe cómo —una era «We Will Rock You», de Queen. Era entusiasta, el violinista, y quizás no tan malo. Pero el problema es que la música se imponga así, a fuerzas, sobre un público involuntario que no puede escapar de su alcance, y a tan alto volumen. Así que recordé la consigna aquella de la orquesta de Venus Rey, y me dije: «Pues no, la música en vivo no siempre es mejor». Cuando uno no quiere oírla, al menos, no lo es.

 

J. I. Carranza

Mural, 9 de mayo de 2019