En su ímpetu democratizador de la lectura, el flamante encargado de despacho e inminente director del Fondo de Cultura Económica ha promulgado su intención de revisar la participación que esa editorial debería tener en la FIL de Guadalajara. Encontró injustificables los que llamó «gastos inútiles, fastuosos» que ahí se habrían hecho, y que según sus cuentas sumarían 9 millones de pesos en la edición pasada. Ni tarda ni perezosa (aunque sí sorprendida: no la veía venir), la FIL se pronunció para enmendarle las cuentas (según la feria, lo que erogó el FCE habrían sido casi tres millones y medio de pesos) y también para explicar que cada editorial gasta lo que quiere y, además, que no es cierto que, como dijo Taibo, haya salones vacíos (aquí habría que recordar cómo la feria sabe maniobrar para rellenarlos: apenas se ve que a los presentadores de un libro no habrá nadie que los pele, milagrosamente llegan hordas de estudiantes a evitarlo).

Acaso no le falte razón al mandamás del Fondo si se propone cuidar los dineros públicos con que éste funciona. Eso estaría muy bien, y ya tendrían que estar haciéndolo todas las instancias gubernamentales que, generosas con lo que no es suyo (es nuestro), sueltan billetizas para eventos tan vistosos como la FIL. Pero llama la atención, por un lado, que apenas hasta que se ha visto en una posición oficial de poder (ya detentaba un poder tácito en la cultura mexicana desde mucho antes de diciembre), el novelista y formador de cuadros del lopezobradorismo y hoy funcionario se extrañe de lo que pasa en una feria del libro de la que él tanto se ha beneficiado como participante consuetudinario. Ahí soltó, para no ir muy lejos, aquel exabrupto que tanta resonancia alcanzó. Este extrañamiento de hoy es elocuente por cuanto puede significar a propósito del distanciamiento entre la FIL y quien manda en ella y el gobierno federal. ¿Qué más seguirá?

Y, por otro lado, también cabe señalar como una ironía que alguien tan mimado por una feria cuyo nivel como festival cultural se ha rebajado tanto —incluyendo siempre en su programa a los infaltables como el funcionario de marras— ahora se le haya volteado así. Ha de sentirse muy feo.

 

J. I. Carranza

Mural, 14 de febrero de 2019