¿La Doctora se equivocó? Se me hace que no, que pudo haber carraspeado tantito, corregir de inmediato, incluso pedir que volvieran a grabar. Quizás el audio del video sí lo alteraron, para hacerla quedar en ridículo, y luego, claro, empezó a esparcirse de modo muy natural en ese caudal de caca que son las redes, porque, qué diablos, cambiarle así el nombre al poeta, para que quedara tan malsonante, iba a funcionar. Y he querido acordarme de quién llegó a decirle al poeta «Mamando Nervio»: ¿fue Luis Spota, que alguna vez rebautizó majaderamente a Salvador Novo como «Nalgador Sobo»? ¿O fue Renato Leduc? ¡O Alí Chumacero, que también se las gastaba así con la carrilla! No me acuerdo, pero desde que oí cómo le habría dicho la Doctora —de ser verdad que fue así—, me pareció que estaba recirculando un viejo chiste maldoso… que ¿quién habrá querido revivir?
Pongamos que no se equivocó, que la Doctora pronunció bien y luego alguien le metió mano al audio. En tal caso, claro, es injusta la mofa generalizada. No fue injusta la que cundió cuando aquel tonto dijo «José Luis Borgues», o cuando aquella otra le dijo quién sabe cómo a Rabindranath Tagore, ni cuando el tonto de más acá no se acordó de los tres libros… Como sea, habría que apuntar cómo una pifia como la que se atribuye a la Doctora llega a llamar tanto la atención. Es comprensible, por tratarse de quien se trata. Pero también hay, por un lado, un encono considerable (síntoma de la animadversión grande que ha ido ganándose por estar donde está), y, por otro, está la devoción también desproporcionada de quienes la defienden (que mucho han de sentir que tienen que defenderla). Creo que una cosa y otra tienen que ver con el papel que ha asumido, detentando una innegable injerencia en los rumbos que la cultura habrá de tomar en la administración encabezada por su esposo. Ahí está lo que, a todas luces, parece haber sido la imposición de su sinodal en la Dirección General de Bibliotecas, con la inmediata defenestración de Daniel Goldin, que tiene más méritos y respeto que el susodicho —y vaya que esa defenestración ha merecido repudio.
En cualquier caso, podríamos estar atentos a cosas más graves en este país en llamas.
J. I. Carranza
Mural, 7 de febrero de 2019