Es sabido que los óscares son los premios más importantes por las repercusiones que tienen para las películas que los ganan (que se aseguran así públicos más vastos) y para los individuos que participan en ellas (que, por lo general, habrán de recibir en adelante más y mejores ofertas para trabajar). Son premios que antes que sancionar la excelencia artística de las obras, o consagrar a los realizadores y a los intérpretes por sus méritos también artísticos, lo que brindan es una notoriedad mayúscula y perdurable de la que ganadores y productores se benefician grandemente. Otros galardones, a cambio de esa notoriedad, lo que dan es prestigio y respetabilidad, y asientan canónicamente las razones de que una película o una dirección o una actuación deban considerarse en términos de su calidad y su relevancia como obras de arte antes que otra cosa.

Como sea, este domingo vamos a estar muy pendientes de la suerte que corran Roma, su director, sus actrices y sus colaboradores nominados. Nunca una película mexicana había llamado así la atención de la Academia estadounidense, y aunque ya eso es extraordinario, habría que ir preguntándose qué significará en realidad. Por ejemplo —y esto, desde luego, nos lo podrán ir esclareciendo los críticos serios—, ¿qué tan justa es la competencia? Si Roma hubiera competido contra otras películas, ¿habría tenido las mismas oportunidades que tiene? O bien, lo más obvio: ¿cuál puede ser el trasfondo político que, detrás de las razones eminentemente artísticas, podrá haber para que Cuarón y compañía hayan corrido con esta suerte?

No se trata de ser aguafiestas: si ganan Yalitza Aparicio o Marina de Tavira o Cuarón o cualquier involucrado en Roma, a mí me va a alegrar, claro (si bien por razones parecidas a las que tengo cuando gana la Selección: puro gusto de que mucha gente aquí esté contenta). Pero sí creo que habría que ir tratando de discernir los verdaderos significados. Como el que pueda haber para el cine nacional, de ahora en adelante, en estos tiempos de incertidumbre y cuando tan necesario es que se filmen las mejores películas —si es cierto que a través del cine, y del arte en general, podemos entender mejor la realidad.

 

J. I. Carranza

Mural, 21 de febrero de 2019