¿Cuántos públicos distintos hay para la Feria Internacional del Libro de Guadalajara? Quiero decir: no toda la gente acude movida por las mismas razones, hay quienes nunca participarían en ciertas actividades (yo, por ejemplo, eludo escrupulosamente aquellas que tienen por objeto dar relumbrón a los políticos), hay quienes siempre hacen —hacemos— más o menos lo mismo: pasear por los pasillos, comprar tal vez algo (tal vez, porque la oferta luego no es ni tan rica ni tan atractiva, y además existe internet), entrar a alguna presentación, quizás ver algún espectáculo (de un tiempo acá, los únicos que llego a aventarme son los de FIL Niños, y con eso tengo).

A mí me da la impresión de que, en términos generales, el público se divide en tres: el que sabe a qué va, el que no sabe a qué va y el que va porque no tiene más remedio. El primero suele tener en cuenta el programa, toma nota del día en que se presenta un autor favorito, pongamos, y se lanza. O bien se propone ir a buscar un libro en particular, o queda en encontrarse ahí con alguien, o va en pos de surtirse de cómics o juguetes o porque hay que llevar a las creaturas o porque quiere ver algo que solamente ahí podrá ver. Es gente que más o menos sabe (y digo más o menos porque yo mismo no lo sé del todo) para qué sirve la FIL y qué se puede hacer ahí.

El público que no sabe a qué va es el más abundante: multitudes que van de aquí para allá, que entran o salen de los salones sin motivos discernibles, que difícilmente podrían responder si se les preguntara qué andan haciendo. Y a menudo es también el público que va porque no tiene de otra: las infaltables hordas de estudiantes arreados por sus maestros. Uno y otro tienen nociones muy vagas del sentido de una feria como ésta, y a menudo ni siquiera sabían que existía.

La presencia de Portugal, Orhan Pamuk, 31 Minutos, Plácido Domingo, dos mil editoriales, 800 escritores… Como pasa cada año, en el programa que se anunció ayer queda claro que la FIL surtirá al primer público de todo tipo de razones para visitarla. Lo que a mí me intriga un poco siempre es qué podría hacerse para que los otros públicos aprovechen de un modo más fructífero la experiencia.

 

J. I. Carranza

Mural, 4 de octubre de 2018