Las películas de la memoria a veces son preferibles a las que propone la actualidad.

 

Qué grata experiencia es llegar, al principio por azar y luego porque la curiosidad guía el camino, a informaciones inesperadas que nos esperaban en nuestros propios recuerdos. Pasó esto: estaba a punto de emprender una diatriba contra el festival de cine que está celebrándose en Guadalajara (cada vez seremos menos los tercos que pensamos automáticamente en «La Muestra», por alusión a la Muestra de Cine Mexicano que luego se convirtió en el argüende de hoy). Tal diatriba iba sobre cómo se dejan prosperar los malentendidos mayúsculos de la cultura, como el que propició estos días la zalamería institucional puesta a sobar en grande el ego de un cineasta premiado —fue generoso, dirán algunos, y muy lindo por volver a su tierra; no voy a alegar contra eso, pues bien pudo no haberlo hecho, pero también hay una cosa que se llama imagen pública, para la que tanta generosidad es muy rentable… pero ya estoy en la pataleta que finalmente no voy a hacer.

Puesto a buscar una entrada, me fui a dar una vuelta por la memoria (la vivencia de «La Muestra», las funciones en el Cinematógrafo, todo más vivible y más humano), e inadvertidamente di con una experiencia que me parece más rara en la medida en que no doy con nadie que la haya compartido. Fue como un sueño. (Aquí la memoria ya se olvidó del Festival y de la Muestra y del stand-up del cineasta que ni es tan original ni tan bueno…).

Habrá sido a principios de los 90 cuando comenzó la extinción de las grandes salas. El Tonallan, como despedida de su público, le brindó todo un mes con proyecciones de clásicos, uno cada día. Una de esas tardes, me tocó ser el único espectador de «Ciudadano Kane».

El Tonallan fue antes el cine Jalisco, y descubro, en páginas de aficionados a la historia tapatía, que el edificio original fue realizado por Luis Barragán y su hermano Juan José; también que la remodelación fue proyecto de Julio de la Peña, y que, tras una penosa agonía convertido en cine porno, cerró sus puertas definitivamente en 1996. Y, bueno, todo esto que yo no sabía estaba esperándome en la remembranza de aquel mes de gran cine. La memoria, como el cine, es muchas veces un lugar en el que nos la podemos pasar de maravilla.

 

@JI_Carranza

 

Publicado el 15 de marzo de 2018. Sección Cultura, Periódico Mural