La celeridad con que sobreviene lo imprevisto se ha incrementado últimamente tanto como eso imprevisto es inaudito. Aunque es imposible precisar lo que cabe en ese adverbio, «últimamente», podemos estar de acuerdo en que antes (otro: ¿qué tan «antes», «antes» de qué?) los hechos más escandalosos estaban más espaciados, y además no eran nunca tan escandalosos. Que un mamarracho como Trump, por ejemplo, ahora mismo avance alegremente a su reelección sin obstáculos a la vista —si nada ni nadie ha logrado hasta ahora pararlo, eso querrá decir que lo adoran—, por hablar del caudal inagotable de espanto que anega la realidad todos los días.

Por tal celeridad y por lo descabellado que se ha vuelto el rumbo de la historia, no sólo el oficio de profeta es un atajo seguro al equívoco, sino también el de lector de los tiempos que corren. Hace unos días estuve echándole un ojo a El coraje de la desesperanza, de Slavoj Žižek, un libro que, para su desgracia, a tres años de haber sido publicado, ya ha quedado por completo desencaminado e inservible para entender lo que pasa (tan fantasiosas parecen sus conjeturas, sus razones). No será el único caso, desde luego: bien es sabido que la filosofía siempre llega tarde y es incapaz de advertir nada.

Otro ejemplo, de ayer, apenas: ¿quién se habría imaginado que un componente esencial de la política hoy es la vileza? Si ya íbamos haciéndonos a la idea de que la verdad no sólo se ha vuelto inalcanzable, sino que además no importa, ¿ahora vemos que también cualquier apariencia de dignidad o de decencia es prescindible y que lo que importa es azuzar el encono, la ira? Ya no hablemos de compasión, esa virtud que es de suponerse en todo cristiano, y cristiano se dice el habitante de Palacio Nacional. Es vileza purísima lo mostrado ayer por la esposa de ese habitante, en su respuesta alevosa y cargada de sorna a quien preguntaba por la atención a los niños con cáncer cuyos tratamientos se han visto interrumpidos por las políticas de salud de la 4T. ¿Quién, al tratar de descifrar este presente, iba a suponer que la vileza —y lo que la explique: ¿por qué esa respuesta justo en el aniversario del triunfo?— era algo que debíamos tener en cuenta?

 

J. I. Carranza

Mural, 2 de julio de 2020