Hace unos días, el Presidente tuvo a bien, para recordar a Borges, soltar un tuit que encapsulaba un disparate y un misterio, amén de la evidencia de que a su autor no le importa en realidad la obra de Borges —lo que tendría que justificar semejante gesto, si éste hubiera sido sincero. «Hoy recordamos a Jorge Luis Borges en el 120 aniversario de su natalicio», comenzaba diciendo. Para empezar: ¿«recordamos»? ¿Quiénes? ¿Los mexicanos todos? No, se trata del plural mayestático que le ha dado por usar, signo de la dimensión que entiende que su persona ha alcanzado al encarnarse un nosotros por ello inatacable. A mí, que sí soy lector de Borges, ese día ni me pasó por la cabeza recordarlo. Pero ahí es donde está el misterio: ¿por qué a los políticos les da por pavonearse de lo que no son, alardear de lo que no saben, hablar de lo que no comprenden? O, bueno, si no el Presidente, el que le redacta los tuits, ¿por qué sintió el impulso de componer éste, a cuento de qué, con qué objeto? Nadie iba a reprocharle al gobierno mexicano que no se acordara del escritor argentino. Y qué curioso, dicho sea de paso, que al hacer aflorar este nombre en su discurso, López Obrador emule a su aborrecido Vicente Fox, que rebautizó a Borges como «José Luis Borgues».
El habitante de Palacio Nacional ya ha dado muchas muestras de querer pasar por culto, o al menos por leidito, y además tiene la manía de estar impartiendo clases todo el tiempo. Y aquí viene el disparate: «Es de esos pocos intelectuales de derecha pero independientes de verdad y no fingía», continuaba el tuit. Borges se definía como «anarquista conservador», contradicción jocosa que establece bien como la adopción de bandos ideológicos lo tenía perfectamente sin cuidado. Y lo de que «no fingía»… ¿será que el león piensa que todos son de su condición?
En cuanto a la evidencia de que el Presidente no es lector de Borges, está en el chistorete, por demás zafio («De él retomo lo del “innombrable” que se lo aplicaba a Perón»): ¿en serio es lo único que le llama la atención del autor de El Aleph? Lo bueno es que remata diciendo: «Aparte de ello, era un genio de las ideas y de las letras». ¡Menos mal que viene a aclarárnoslo!
J. I. Carranza
Mural, 29 de agosto de 2019