Forum Cultural Guanajuato, en la ciudad de León, donde tuvieron lugar las presentaciones de los becarios de Artes Escénicas, Música y Letras, entre otras disciplinas, durante el último encuentro del programa Jóvenes Creadores.

 

La llamada Cuarta Transformación embistió contra el Fonca designando a un escritor para que lo dirigiera (habiendo gestores culturales de sobrados talentos y funcionarios con probada experiencia) e instruyéndolo —pues no cabe suponer que haya sido su sola inspiración la que lo movió— para que reestructurara el organismo de raíz. Esto quiere decir: habría que cambiar los modos de brindar apoyos a los creadores artísticos (individuos y agrupaciones), en virtud de ciertas figuraciones de lo que debería ser un aparato gubernamental cultural incluyente y democrático. Lo cierto es que, más que esas figuraciones, lo que prevaleció en esa intención del Secretario Ejecutivo del Fonca (o en quienes lo empujaron a tomar las medidas que empezó a tomar) fue la imaginación de que había dispendios injustificables (como los que supondría la organización de los encuentros de Jóvenes Creadores) y prácticas viciadas. O, sencillamente, los movió la gana de marcar su llegada con la ideación y la ejecución de nuevas políticas, acordes a los ímpetus que resuenan desde Palacio Nacional.

Como sea, el escritor metido a funcionario empezó por correr a trabajadores que hacían bien su chamba, canceló los primeros encuentros de Jóvenes Creadores, pospuso la publicación de resultados del programa México a Escena, postergó la publicación de otras convocatorias… Y fue adelantando, como si deveras hubiera estado trabajando en un diagnóstico serio, que en su momento daría a conocer la nueva forma de operar del Fonca. No llegó a eso: tras la consulta del jueves pasado a la que el Fonca se vio obligado a abrir a la comunidad artística, y que fue una muestra suficiente de desorganización e improvisación, y a la que el funcionario escritor no asistió, acabó siendo defenestrado hace un par de días. Mientras, siguen sin chamba los que la perdieron, siguen las convocatorias en suspenso, los becarios en activo están en la incertidumbre.

¿Tendrá remedio lo que está pasando? Ojalá que sí: las meteduras de pata han sido tales que no corregirlas se antoja imposible. La historia del Fonca, con los incontables servicios que ha rendido a la cultura de este país, no merece terminarse así, a fuerza de ocurrencias.

 

J. I. Carranza

Mural, 14 de marzo de 2019