No he visto la afamada película. ¿Pienso verla? Sí, pero no sé cuándo. No me urge mucho, vaya. Y es que da la impresión de que es urgente verla, de que se incurre en falta grave de no hacerlo, de que se incumple un deber patriótico —el Presidente de la República, al felicitar al director, admitió que no la había visto, pero que le habían comentado «que estaba buena». O bien, parece que mientras corran los días y uno siga perdiéndosela, estará privándose injustificablemente de una experiencia estremecedora.

Además, está la andanada de premios y las nominaciones para que reciba más premios. Muy bien, que gane, tampoco me inquieta tanto, pues tampoco he visto las películas contra las que compite. ¡Ah, pero es que está haciendo historia! Momento: ¿será de veras así, o será que este año la competencia no estuvo muy reñida? No lo sé, aclaro, no sé nada, pero se me ocurre que hace falta un poco de perspectiva histórica cada que se afirma que algo o alguien está «haciendo historia».

Para empezar: el cine mexicano ha producido, a lo largo de muchísimos años, numerosas películas formidables que, por unas razones u otras, fueron ignoradas por la crítica que concede galardones. O el mercado no había mandado que desde Hollywood se volviera la vista sobre lo que se filmaba en el sur, o para los directores de antaño era absolutamente imposible que se les abriera ninguna de las puertas por las que pasan los de hoy, o los canales de distribución eran otros (no existía internet, no existía Netflix, que habría gastado hasta 20 millones de dólares en promover la película en cuestión), o no había razones políticas como las que hoy acaso pesan… Por lo que fuera, la suerte que corre hoy la afamada película obedece a las circunstancias en que ha nacido. ¿De haberse filmado hace diez o veinte años le habría ido así de bien? Luis Buñuel, Luis Alcoriza, Ismael Rodríguez, Arturo Ripstein, y un largo etcétera de cineastas prodigiosos —entre los que yo incluiría al Cuarón de la originalísima Sólo con tu pareja— nunca tuvieron tantos reflectores encima, y, para que sus creaciones ciertamente hicieran historia, no los necesitaron.

Quizás lo mejor sea verla cuando ya nadie esté hablando de ella.

 

J. I. Carranza

Mural, 24 de enero de 2019