La esperanza duró hasta que se vio que los billetes no iban a alcanzar. ¿No alcanzan? Siempre hay, qué duda cabe, y siempre tendrían que alcanzar (pues alcanzan, y sobran, por ejemplo, para la propaganda y la «comunicación social», o para la existencia plena de los partidos políticos), pero el hecho es que, cuando se trata de cultura, ¿por qué diablos tendrían que alcanzar? Es más: se habrá podido asegurar y jurar en campaña que ahora las cosas serían distintas, y que el presupuesto atendería por fin la famosa recomendación de la Unesco, y que todos seríamos felices, pero en realidad nunca hubo la menor intención de que esas promesas fueran a cumplirse alguna vez. ¿Cultura? Sí, claro, lo que quieran… Además: el discurso sobado según el cual se toma a la cultura como ensalmo prodigioso para «restaurar el tejido social» sirve muy bien a las ilusiones que se venden, pues en esa formulita se descargan muchas otras responsabilidades que haría falta asumir con urgencia, pero que son más trabajosas. ¡Cultura para todos! Nomás que, a la hora de sacar los billetes, ya se vio que no.
Defraudados, contristados o furiosos, un piquete de artistas y trabajadores del sector fue a reclamar a los diputados. Su indignación, con todo y que es justa, no deja de ser algo patética. ¿Pues con quién creían que estaban tratando? ¿En qué país creían que estaban? Es un poco triste ver cómo se les derrumba la fantasía de haber llegado a una nueva era en la que habría de imperar la sensatez. Pero sólo un poco: también se lo tienen merecido. Porque hizo falta lo que ahora temen para que se pusieran críticos por fin, porque han dejado pasar tantas incongruencias y tantas estupideces y tanta mentira, para, ahora sí, exaltarse. Y fueron a mostrarle su estupor al diputado stripper (¿y cuando ese diputado fue designado titular de la Comisión de Cultura qué dijeron?). El actor Giménez Cacho se sorprende: «La prioridad de este gobierno no está en la cultura. Entonces todo lo que se dijo al respecto se llama demagogia; si no está soportado por un presupuesto, se convierte en demagogia». Y salieron sin conseguir nada, nomás fueron a hacer muina.
Que se vayan acostumbrando. Y todos nosotros también.
J. I. Carranza
Mural, 20 de diciembre de 2018