Es claro que, como seguramente pasa con las monedas y los billetes de cualquier país, en la numismática mexicana puede leerse un registro de las ideas que hemos tenido acerca de nuestra identidad histórica. O, más bien, de la conformación que los sucesivos regímenes han dado a esas ideas, acordes, luego de la Revolución, con las que privan en los programas educativos oficiales —todavía en la Revolución había quienes imprimían su dinero como les daba la gana—. De ahí que siempre estén ciertos personajes que pasan por incuestionables (Hidalgo, Juárez), mientras otros a veces se vayan, pero no del todo (Madero, que lo mismo ha podido estar en billetes de 500 pesos que en monedas de 20 centavos), y algunos sencillamente salgan de circulación (los Niños Héroes, que abandonaron la escena cuando los billetes de 5 mil pesos dejaron de existir).

El nuevo brinco que está por dar Juárez, del billete de 20 al de 500, sugiere, por una parte, que está por refrendarse la parafernalia juarista para todo lo que se ofrezca. Luego de que Fox le dijera hazte para allá, no había recuperado su protagonismo sino hasta que López Obrador se encomendó a su amparo, y es de suponerse que su estampita va a ser omnipresente en los años que vienen. Pero, por otro lado, ese relevo habla mucho de la escasísima y terca imaginación que tenemos, incapaz de concebir que otras figuras puedan ocupar el sitio privilegiado de la memoria que puede ser cualquier cartera —bueno, no cualquiera, la de alguien que tenga trabajo y billetes para guardarlos en ella.

Según ha anunciado el Banco de México, más adelante Hidalgo y Morelos se mudarán al billete de 200, Madero volverá al de mil (¡con Carmen Serdán!), Sor Juana se pasará al de 100 y habrá uno más de 2 mil, con Octavio Paz y Rosario Castellanos. Es decir que, salvo un par de excepciones, seguirá la rotación de los mismos. Y Juárez, el omnipresente (aeropuertos, pueblos, calles, plazas, escuelas, hospitales…), presidiéndolo todo. Es lo curioso, por decirlo de algún modo: que, incluso en tiempos de supuestas transformaciones colosales como la que se anuncia (insertar trompetilla aquí), lo cierto es que jamás tenemos muchas ganas de transformarnos del todo.

 

J. I. Carranza

Mural, 30 de agosto de 2018