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JIC en Novedades de Yucatán

La angustiosa exquisitez de leer “Tromso”

Por ROSELY E. QUIJANO LEÓN

Foto por ROSELY E. QUIJANO LEÓN. @RosQuijano

Hace unos días tuve la oportunidad de presentar en la Feria Internacional de la Lectura (Filey) 2019, que hoy finaliza en el Centro de Convenciones Siglo XXI, la novela “Tromso” de José Israel Carranza, historia que definiría como reveladora y angustiante, pues he sentido la impotencia del hombre anónimo que un buen día descubre que las palabras ya no le funcionan para expresarse y que los demás, todos los otros que lo rodean, van dejando de entenderlo.

Esta angustia del protagonista se refleja página a página a través de una prosa pausada, lenta, incesante y dialéctica que nos permite como lectores seguir a este peculiar personaje, conocer su entorno, escuchar sus silencios y respirar la soledad que lo rodea y que nos rodea, porque finalmente frente al libro cuando leemos estamos tan solos como él en un mundo incomprensible, y probablemente vivamos también en una cotidianeidad como la suya que lo absorbe y lo imposibilita a darse a entender, pero sobre todo a entenderse a sí mismo.

Este hombre anónimo vive en una inmensa soledad junto a Oliver que lo mira todos los días y probablemente sea el único que realmente lo entiende; esa soledad que experimentan más personas de las que podamos imaginarnos, así, prácticamente excluido del mundo, ante la falta de que los otros lo entiendan su angustia va creciendo y creciendo entre palabra y palabra que se hilan de inicio a fin en esta historia.

Así, “Tromso” tiene una prosa exquisita por los diferentes ritmos de la acción y la forma en que se van manejando y matizando. Es en el tiempo, el que se relativiza en la narración, donde nos cuestiona la voz narrativa: ¿qué es el ayer, el presente, qué es el futuro? Nos lo preguntamos acaso cotidianamente o somos como el protagonista que vamos viviendo día a día, entre la soledad y la impotencia de no comunicarnos.

Leer a José Israel Carranza en esta novela me ha abierto la puerta para conocerlo a él como escritor, pero también para descubrirme como lectora; es un texto que nos revela mucho de la realidad actual que vivimos, de esta vorágine de información que nos atrapa o nos ciega, justo como bien soñó Sor Juana en su Primero Sueño: “Y por mirarlo todo nada vía”, pues estamos no solo cegados por la marea de datos, información y un sinfín de palabras, sino también estamos quedando sordos a lo que los demás quieren decirnos y a lo que nosotros mismos debemos decirnos.

Hay “un tiempo detenido que viaja inexorablemente hacia la desaparición y el olvido” en este libro, el cual recomiendo como una lectura reto, de las que uno comienza dudando pero termina realmente disfrutando; no dejen de leerla porque prosas como ésta hay pocas, es una prosa delirante y adictiva en la que vale mucho la pena sumergirse.

 

Novedades Yucatán, 24 de marzo de 2019

Entrevista a JIC, El Informador

Foto: Atilano

El silencio nos acerca a la realidad: José Israel Carranza

El ensayista jalisciense habla de “Tromsø”, su primera novela

8 de enero de 2019

 

En un entorno de comunicaciones permanentes y abundantes, redes sociales y pánico a estar solos, “Tromsø” cuenta la historia de una persona que pierde la capacidad de comunicarse con los demás, guarda silencio y se recluye en la soledad al ser cada vez menos entendido.

De esta manera, la primera novela del escritor tapatío José Israel Carranza habla sobre el verdadero significado de estar comunicados, y mediante una narrativa elaborada y descriptiva; pretende generar en el lector sensaciones y reflexiones sobre la incomunicación, la soledad y sus rutinas, y nuestras relaciones con los objetos que nos rodean.

“Vivimos en una situación paradójica —por no decir absurda— en la que estamos aparentemente más posibilitados de encontrarnos con los demás a través de los nuevos medios, pero la profusión excesiva de palabras ha creado un barullo ensordecedor en que lo único que nos importa es ser escuchados y no escuchar a los demás, y es en buena medida razón del estado catastrófico de las cosas”, consideró Carranza.

Ante esta situación, el ensayista y editor considera que el silencio “puede ser una forma óptima de tramitar la realidad, de vérnoslas con el mundo y con nosotros mismos, y deberíamos  procurarnos esa posibilidad de vida que es el silencio para percatarnos de un mejor modo de lugar en el que estamos y nos corresponde hacer”.

Durante la novela, un protagonista sin nombre y con escasas señas de identidad es construido a través de la descripción de sus actos cotidianos, de sus escasos diálogos con una planta (helecho) o la dependiente de una tienda de autoservicio, o en la dificultad que estriba realizar actos comunes como cambiar el cheque en un banco sin proferir comunicación oral.

“Las comunicaciones que ponen en funcionamiento la vida son aquellas meramente instrumentales, y que no necesariamente tenemos con los seres más significativos”, señaló Carranza. “Cuando descubrimos eso, vemos también un indicador —hasta cierto punto sobrecogedor— de que todas las relaciones que sostenemos están hechas de palabras, y cuando las palabras dejan de funcionar, las relaciones están en peligro también”.

Para mostrar la incomunicación y retraimiento de su personaje, Carranza apuesta en “Tromsø” por una narrativa deliberadamente compleja, que exige al lector una participación activa y despierta.

“Procuro que la experiencia de la lectura lleve al lector a experimentar o sufrir lo mismo que está viviendo el personaje, por eso es una prosa tortuosa, laberíntica, obsesionada, ensimismada, porque yo quería que mis lectores se sintieran como se sintió este personaje”, señaló. “Es una lectura exigente pero puede verse recompensada con alguna idea que quizá resulte interesante”.

El también autor de la colección de ensayos “Las encías de la azafata” (2005), construyó su primera novela —titulada así por un poblado de la región ártica de Noruega, famosa por sus auroras boreales— en un proceso de ocho años. Carranza tiene en puerta un libro de cuentos y su regreso al género ensayístico.

 

Entrevista a JIC, Canal 44 UdeG

La comunicadora María AntonietaFlores Astorga entrevista a José Israel Carranza para el Canal 44 de la Universidad de Guadalajara, a propósito de la presentación de «Tromsø» en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara de 2018.

 

 

Entrevista a JIC, Canal 40

José Israel Carranza es entrevistado en el programa Es de mañana, de Canal 40, el 14 de octubre de 2018, en el marco de la Feria Internacional del Libro del Zócalo en la Ciudad de México, por la presentación de su primera novela Tromsø en dicha feria.

A continuación la entrevista completa, junto a Benjamín Anaya, Dir. de Divulgación Cultural de la Ciudad de México, y los anfitriones del programa Es de mañana.

Entrevista a JIC, El Norte

Aborda en su obra la incomunicación

Daniel de la Fuente

 

Monterrey, México (19 octubre 2018).- No pensaba escribir una novela. Lo que sucedió, explica José Israel Carranza, fue que estaba escribiendo un ensayo acerca de la identidad y, sin que lo hubiera visto venir, el protagonista de Tromsøllegó y no pudo sino observarlo detenidamente.

 

«Me puse, pues, a observar y a contar la historia que se me mostraba, y la reflexión que se extiende a lo largo de esa historia fue entreverándose en ella como una consecuencia inevitable, pues lo que más me importaba era saber qué diablos le pasaba a este individuo», comenta Carranza (Guadalajara, 1972), autor de libros de cuentos y de ensayos.

 

«Así, terminó siendo una novela armada fundamentalmente con conjeturas y tentativas de razonar ese destino que me resultaba tan enigmático».

 

Novela excéntrica en torno a un hombre que poco a poco descubre que no se entiende lo que dice, Tromsø fue publicada por Malpaso y será presentada mañana en la Feria Internacional del Libro por el autor y por el escritor Alejandro Vázquez Ortiz.

 

– Tu historia ronda en torno a la incomunicación, ¿no es también una reflexión sobre la imposible que es el diálogo con el otro, lo poco que nos importa el otro, su voz y silencios?

 

«Creo que es una de las lecturas posibles», comenta. «Si bien las filosofías del siglo 20 han dado primacía al diálogo como la forma óptima de acercarse a la realidad, por una parte, y, por otra, en la vida republicana se apela siempre al diálogo como la mejor posibilidad que tenemos para no acabar despedazándonos unos a otros, lo cierto es que confiamos demasiado, y muy ingenuamente, en que las palabras que utilizamos precisan lo que realmente queremos decir; ilusos -o quizás porque no nos queda otro remedio-, creemos también en que el otro entenderá lo que queremos que entienda.

 

«Como eso sólo sucede por milagro, o más bien nunca, la consecuencia es la confusión imparable y el barullo incesante en que vivimos sumergidos, y, enseguida, el desprecio por la voz de los otros, y más adelante el odio, y, finalmente, la imposibilidad de saber qué diablos estamos diciendo nosotros mismos. El silencio quizás sea una forma mejor de entendernos».

 

La novela será presentada mañana sábado, a las 19:30 horas, en la Sala 104 de Cintermex.

 

– Apelas a un compromiso mayor del lector dada la estructura rizomática de la narración, sin duda una paradoja muy afortunada para contar la vida un hombre al que nadie entiende.

 

«En algún momento de la escritura me percaté de que las formas que adoptaba la prosa (laberíntica, hasta tortuosa, una saturación de subordinadas y de paréntesis y de digresiones) podía hacer que la experiencia de lectura correspondiera a la experiencia vital del personaje. Es decir, que los lectores acaso podrían sentir aquello que al personaje estaba pasándole. Así que me atuve a esa intuición. Sé que el resultado puede ser desafiante, pero me pareció que esta historia no podía contarse de otro modo. Por lo demás, descubrí la línea de J. M. Coetzee que instalé como uno de los epígrafes: ‘Limítate a suministrar los detalles, y permite que los significados emerjan por sí solos’, y entonces tuve una auténtica iluminación: es una idea que bien resume la poética de esta novela».

 

– ¿Cuáles fueron los mayores retos narrativos en este libro?

 

«Lo escribí a lo largo de tres años, y, por los cinco años siguientes, estuve regresando una y otra vez a él, obsesivamente, neuróticamente. Hubo un momento en que decidí cambiar todos los tiempos verbales, y entonces tuve un atisbo de lo que debe de ser el infierno. Hasta que recibí la invitación de la editorial, y, al entregárselo al editor, finalmente me vi liberado. De manera que el mayor reto fue deshacerme de él».

 

– Te diste a desear por años con una novela. ¿Te bastaban el cuento y el ensayo? ¿Qué te han dado como autor?

 

«El cuento fue un camarada de juventud con el que sólo me he reencontrado -y pasamos ratos más bien amargos- muy de vez en cuando, y el ensayo sigue siendo el género en el que más confío para hacerme cargo de mis preocupaciones. Pero creo que, sobre todo, soy lector de novelas, y me ha maravillado saber lo que la gente puede llegar a imaginar a partir de la que yo he escrito».

 

– ¿Qué proyectos tienes para el corto plazo? ¿Otra novela?

 

«Sigo escribiendo ensayos (misceláneos, personales). Por lo pronto. Otra novela, no sé: yo querría creer que sí. A mí me intriga mucho cómo hay escritores que ya tienen en el horizonte todos los libros que van a sacar en los próximos 10 años. Luego por qué tuvimos que terminar teniendo un Carlos Fuentes. Así que más bien me abstengo de semejantes predicciones».

 

Tromsø en La Tempestad: Reseña

Haz de cuenta que las teclas hablaban

Por Guillermo Núñez Jáuregui

La Tempestad

 

Por su atención a las idiosincrasias de la clase media pero también a las discretas batallas que debe enfrentar (como el cáncer), Las mutaciones (2016), de Jorge Comensal, se lee como una novela que recuerda, en muchos aspectos, a una institución fácil de reconocer: la narrativa realista norteamericana. Sí ofrece, claro, algunos comentarios sobre la singularidad de la clase media mexicana, específicamente la citadina, y ecos al humor de Ibargüengoitia, como se escuchan en la de muchos narradores mexicanos contemporáneos (Sheridan, Villoro, Ortuño y Villalobos, por mencionar algunos). ¿Por qué nos da risa que alguien coma sopes de chorizo, gansitos o tortas de chilaquil? ¿No es extraño? Y aunque la novela no trata sólo sobre eso, también da para comentar la manera en que aparece la palabra muda en la narrativa mexicana reciente. En esta novela el fenómeno se da, digamos, a través de un acercamiento inmunológico: la excusa para rodear o narrar el silencio es un tumor de lengua. Y no una mera lengua, sino una que depende económicamente de la labia (el personaje en cuestión, el que porta y deja de portar dicha lengua, es un abogado carismático al que le extirpan el órgano). Como la literatura tiene la gracia de poder hablar en silencio y no sólo emular formas de hablar, los momentos más interesante de esta novela (desde este punto de vista, el de la mudez) es cuando se permite quitarle la palabra al hecho o a la anécdota (y son muchas) para otorgársela a los soliloquios.

 

Para continuar leyendo siga este enlace en La Tempestad.

Tromsø en Letras libres: Reseña

Un helecho llamado Oliver

Por Laura Sofía Rivero

Letras Libres

 

Tromsø, la primera novela de José Israel Carranza (Guadalajara, 1972), narra la vida cotidiana de un hombre del que no sabemos mucho, ni cómo se llama, enfrentado a una extraña revelación: no se le entiende lo que dice. En ese estado frustrante –que en apariencia no ha sido originado por ninguna afasia o trastorno cognitivo–, en ese limbo lingüístico del que ni los manuales de Aprenda a hablar en público sin maestro pueden sacarlo, el sujeto se adapta a su vida reducida a la tintorería, el Oxxo, el banco y su departamento donde vive también un helecho llamado Oliver, quien parece escucharlo mejor que cualquier otra persona.

Mientras avanza en sus páginas el lector descubre que el malestar de aquel personaje es mucho más frecuente de lo que pensaba en un principio. Al llamar al número de Atención a Clientes de alguna empresa de telefonía, al intentar aprender a toda prisa el idiolecto del SAT, al discutir por Facebook la polémica de moda, es sencillo sentirse como el hombre de Tromsø: ineptos de la interacción humana, apresados en un mutismo que asfixia. Viviendo, como dice José Israel Carranza, “en el barullo universal en que hay que abrirse camino a fuerza de explicaciones, replanteamientos, precisiones, pormenores y gritos con que solo se ahonda la sordera infinita”.

 

Para continuar leyendo siga este enlace en Letras Libres.

Entrevista a JIC, La Gaceta UdeG

Foto por Abraham Aréchiga

 

Las apariencias de la identidad

Por Mariana González
27 Agosto 2018

La soledad humana frente a la supremacía de internet y la incomunicación social que han generado la tecnología y las redes sociales no son sólo el signo de la contemporaneidad, sino también los ejes sobre los que el ensayista y narrador tapatío José Israel Carranza construye su primera novela: Tromsø.

El silencio es el sonido de esta historia en la que un hombre va perdiendo la capacidad de expresarse y hacerse entender ante los demás. Carranza, periodista y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, muestra una metáfora de la dificultad para comunicarse por la que atraviesan las personas, en esta primera novela que viene a engrosar su bibliografía mayoritariamente ensayística.

¿Cómo surge la idea de escribir Tromsø?

Es una novela que inesperadamente se me reveló como una novela, porque había comenzado como un libro de ensayos. Hubo un momento en que la escritura me mostró que aquello que tenía yo entre manos era una historia que tenía que ser narrada. De pronto me di cuenta que lo que yo quería decir por la vía del ensayo estaba siendo dicho mediante una historia que se desenvolvía ante mis ojos, la vida de un hombre que va descubriendo que cada vez le entienden menos las personas que lo encuentran en la vida de todos los días, y aquello entrañaba una especie de enigma que la narrativa tenía que abocarse a resolver. Eso pasó por ahí del 2011 o 2012 cuando estaba trabajando en este proyecto. Lo escribí a lo largo de un poco más de tres años y lo terminé en 2013 y desde entonces para acá estuve volviendo al texto, revisando, retocando y ajustando, hasta que finalmente surgió la oportunidad de publicarla.

¿Hay una pérdida de la voz propia, de la identidad en este contexto contemporáneo?


De alguna forma sí, creo que vivimos en el espejismo de imaginar que estamos cada vez mejor comunicados, sobre todo a través de las nuevas tecnologías, cuando en realidad nos estamos viendo cada vez más aislados y cada vez es más difícil, desde mi punto de vista, saber quiénes son esos con los que creemos que estamos conversando y, por lo tanto, saber quiénes somos nosotros mismos. La novela de alguna manera transcurre como una reflexión acerca de estos temas, no es propiamente una crítica al momento presente, pero sí tiene que ver desde luego con todo lo que sucede.

¿Qué hizo que quisieras tocar este tema?

Cuando ya había reconocido a este personaje y vislumbraba cuáles eran las dificultades que enfrentaba, me di cuenta que ahí estaba en juego el tema de la dificultad de comunicarse con los demás, la dificultad de tener una identidad y, sobre todo, el hecho que se me mostraba una y otra vez de que lo único con lo que contamos son apariencias, y que lo único con lo que nos podemos manejar para mantenernos en la ilusión de que estamos vivos son lo que se nos muestra, que los sentidos profundos de lo que nos sucede, de lo que pensamos y lo que sentimos quedan, por lo general, ocultos.

¿El aislamiento y la incomunicación los consideras un mal de nuestros tiempos?

Creo que es una circunstancia a la que nos hemos visto arrojados, sin reflexionarlo demasiado porque, insisto: creo que tenemos una fe excesiva en que las cosas están dadas para que nos entendamos cada vez mejor cuando en realidad sucede todo lo contrario.

¿Hasta dónde la literatura puede poner la reflexión en cómo vivimos la vida cotidiana?

La literatura es el mejor observatorio que hay para la vida, creo que lo que sucede en las novelas, los ensayos y la poesía nos muestra antes que cualquier otra zona del conocimiento lo que realmente somos y lo que nos pasa, entonces creo que es un territorio óptimo para tratar de aventurar algunas posibilidades. En ese sentido traté de que la novela fuera una reflexión dilatada acerca de los límites de la escritura y de qué tanto es capaz de decir ella misma acerca de sus propios asuntos.

¿A José Israel Carranza le gusta el silencio?

Lo prefiero sobre cualquier otra alternativa. Esta es una novela en la que el silencio está proliferando como una circunstancia existencial ciertamente angustiosa. Personalmente me gusta más el silencio que la otra alternativa, que es el barullo, que puede llegar a ser ensordecedor.

¿Es útil el silencio para entender al otro?


Creo que sí, que es una forma de entendimiento mejor de lo que sucede, de lo que les sucede a los otros y de tratar con los demás.

 

Entrevista en La Gaceta

Presentación de Tromsø

El próximo jueves 23 de agosto se presenta Tromsø en la Casa ITESO-Clavigero a las 19:30 h.

Contaremos con las participaciones de Víctor Ortiz Partida y Bernardo García, así como del autor, José Israel Carranza.

La Casa ITESO-Clavigero está en la calle Guadalupe Zuno #2083, en la Colonia Americana de la ciudad de Guadalajara.

¡Los esperamos!

Entrevista a JIC, periódico Mural

Foto por Emilio de la Cruz

Entre silencios

Rebeca Pérez Vega

 

Un nombre empieza a perder la voz, a aislarse, a hundirse en el silencio. Insiste en comunicarse, repite las palabras, pero es inútil porque nadie entiende.

Esta historia de imposibilidades, fue el punto de partida para el escritor José Israel Carranza (Guadalajara, 1972), quien con Tromsø(Malpaso Ediciones, 2018) hace su debut en el género de la novela.

El proceso de escritura fue largo. Empezó hace casi ocho años como un proyecto para un libro de ensayos, pero la propia escritura le reveló el destino de la historia, relata.

«El personaje se me reveló repentinamente, no tuve más remedio que ponerme a observar lo que hacia, lo que le pasaba, en alguna medida es una novela acerca de la verdad, de que lo único que tenemos a nuestro alcance son las apariencias.

«Me di cuenta que es una reflexión sostenida acerca de los límites de la escritura, por una parte está la historia de este hombre solitario, que cada vez se le entiende menos lo que dice, pero por otro lado la escritura también se cuestiona a sí misma para tratar de averiguar qué es capaz o incapaz de decir respecto a un personaje como éste», narra.

Carranza es ensayista, narrador y editor. Ha publicado las colecciones de cuentos Las Magias Inútiles y Cerrado las Veinticuatro Horas, así como los libros de ensayos La Estrella Portátil y Las Encías de la Azafata. Con Tromsø decidió experimentar con las palabras, establecer un ritmo frenético, con algo de curvas en el camino.

«La propia naturaleza de la escritura me fue indicando que era lo que tenía que suceder, pronto tuve que reconocer que iba a ser una lectura tortuosa, demasiado sinuosa si es que alguien se empecinaba en seguir adelante iba a pasar bastantes dificultades, pero decidí seguir adelante, porque eso también quería decir algo de la historia.

«Hay una especie de composición musical, quería que las palabras sonaran como debían sonar, que la puntuación fuera marcando esos sonidos, es una novela acerca del sonido y del silencio, de lo que las palabras alcanzan a decir», explica Carranza.

Tromsø será presentado por Víctor Ortiz y Bernardo García el jueves 23 de agosto, a las 19:30 horas, en la Casa ITESO Clavigero (Calle José Guadalupe Zuno 2083, esquina con Marsella).

En ese mismo espacio, pero a partir del 17 de agosto, Carranza ofrecerá un taller de ensayo con dos grupos, a las 17:00 y las 19:00 horas. En ese espacio explorará las posibilidades creativas del género, pero también las complejidades que implica como herramienta para interpretar la realidad. Las inscripciones ya están abiertas. Más informes al correo mlira@iteso.mx.

Entrevista en Mural.

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