Las «lecturas» apresuradas de la elección reciente —más bien respuestas emotivas que inferencias mínimamente razonadas—, en su profusión incontenible y su consecuente amontonamiento, son poco aconsejables para quien desee comprender bien lo que pasó y busque hacerse una idea sensata de lo que estará por pasar. Ya en la tarde-noche del domingo, y a lo largo del lunes —que fue cuando al fin me harté y mejor me puse a ver el beisbol—, asomarse al vocerío de las redes equivalía a alejarse más y más de ninguna claridad útil. Conviene tener siempre presente que tener una convicción no es lo mismo que tener la razón, y conviene recordarlo siempre, digo, porque es lo primero que olvidan quienes, exultantes o furiosos o rabiosos o vengativos o jubilosos, corren a tuitear o postear como pedradas sus pedestres conclusiones —siempre, además, cuando las cosas todavía están lejos de concluir.

      Traigo esto en mente porque tengo fresca la grata experiencia de haber asistido a una inteligente y muy estimulante lectura de algunas de las razones más conspicuas, localizadas en el pasado reciente (el pasado que abarca mi edad, vamos), que explican el presente que habitamos. Me refiero al libro Breve historia de nuestro neoliberalismo, de Rafael Lemus: un recuento no sólo muy bien documentado, sino también óptimamente aprovechado en favor de la tesis del autor —a saber: que en México, como en buena parte del mundo, ha venido operando desde finales de los años ochenta una transformación cultural y política debida a la adopción de un modelo económico cada vez más difícilmente contenible, a cuya voracidad se deben buena parte de las calamidades actuales.

En algún momento (y acabo de ver que lo enfatiza en una entrevista), Lemus —notable crítico literario y agudo analista de la realidad cultural y política de México— hace ver cómo, hoy en día, el debate público se ha amplificado gracias a la disponibilidad de medios. Quizás así sea. El problema, pienso, es que cada vez es más difícil orientarse en ese debate. O imposible. Para nuestra fortuna, sin embargo, sigue habiendo remansos de lucidez como el que brinda este libro. Conviene visitarlo para entender mejor qué diablos pasa con este país.

J. I. Carranza

Mural, 10 de junio de 2021