Le pusieron música al video con el que la Fiscalía General del Estado de Jalisco dio a conocer los resultados que ha obtenido en la investigación de la desaparición de los muchachos del CAAV. El sonido ambiental de la transmisión de la rueda de prensa, cuando se proyectó el video, no dejaba percibirlo muy bien. Pero ya al verlo solo, ahí estaba: un fondo detrás de la voz —de locutor profesional—, cuyo volumen se intensifica en determinados momentos, por ejemplo alrededor del minuto 2:45, cuando se inserta un plano que muestra una celda vacía («La Fiscalía General del Estado, en su investigación, llegó a las detenciones de los hoy procesados a partir de la utilización de métodos técnico-científicos…»). Impecablemente producido, el video tiene una narrativa dramática bien calculada y riqueza de imágenes y recursos (incluida la animación del momento del secuestro). Y música.

Por su hechura, esa presentación hace pensar en series televisivas tipo CSI: tecnología audiovisual al servicio de la necesidad de verosimilitud. Como para que no queden dudas de lo que se encuentra y, además, de que se ha trabajado a fondo. La verosimilitud es un recurso al que se acude para que lo dicho se tome por incontrovertible. Es apariencia de verdad, es forma, es efecto; es, además, intención: la de que se crea algo, pero también que se crea de un cierto modo. Las palabras elegidas ayudan a eso: términos inapelables (los que se toman de la ciencia y la tecnología), dispuestos en arreglo a una sintaxis en la que, paradójicamente, el sentido preciso de cada palabra termina por importar menos que el que alcanzan todas juntas. Porque de lo que está hablándose, en este video, es de «indicios», de «deducciones». Pero importa que se entiendan como «evidencias» o «conclusiones».

Y la música. El uso perverso de la música. El propósito de que facilite el triunfo de la emotividad sobre la comprensión y sobre cualquier amenaza de escepticismo. Hay tres muchachos desaparecidos, muy probablemente asesinados. Y un Estado inepto y cómplice, que no ha servido para evitarlo y que, antes que afanarse en arreglar las cosas, o al menos aclararlas, busca que las entendamos del modo en que más le conviene.

 

J. I. Carranza

Mural, 26 de abril de 2018