Como van las cosas, estudiar Filosofía pronto no parecerá tan mala elección.
Cuando estudié Letras me tocaba tomar clases con compañeros de otras carreras. El primer día, al presentarnos, uno explicó con toda seriedad que había elegido Filosofía porque su propósito era volar. No era metáfora de nada: él quería sostenerse en el aire, en posición de flor de loto, y así desplazarse por la vida. De eso hace casi tres décadas. De acuerdo con la nota publicada antier por MURAL, si hubiéramos estado en una universidad privada, a aquel compañero le harían falta ahora unos ocho años para terminar de pagar sus estudios. Eso, claro, si hubiera conseguido ya no digamos volar, sino ganar un sueldo por eso —aunque lo cierto es que no habría tenido grandes dificultades: más realista que otros que estábamos ahí sin saber muy bien por qué, el aspirante a volador era agiotista, y vivía de hacernos préstamos y cobrarlos con intereses sañudos—.
Según la información publicada, quienes más riesgo corren de estar desempleados o vivir en la informalidad son quienes estudian veterinaria, más que los que eligieron algo de cuanto se engloba dentro de las Bellas Artes. Si esto es raro, lo es más que aparentemente no haya tanta chamba para un criminólogo como para un filósofo. En México. En todo caso, estudiar Filosofía, o cualquier otra disciplina perteneciente a las Humanidades sigue teniendo mala fama, sobre todo en una sociedad abocada al frenesí de la productividad y lastrada por prejuicios añejos. Pero hay esto: hace poco, Jack Ma, el fundador de Alibaba —uno de esos tipos que pueden saber mejor que el resto de los mortales para dónde va el mundo, en gran medida porque son ellos los que llevan el volante: los políticos, los académicos y el resto de los mortales somos nomás sus pasajeros—, dijo que, en vista de la velocidad de los adelantos tecnológicos, que irán haciendo cada vez más prescindible la intervención humana en todos los rincones de todas las industrias, una de las profesiones en las que él ve más futuro es Filosofía. Porque hará falta quien piense qué diablos estamos haciendo —cosa que a los robots nomás no se les da—.
No sé si aquel camarada haya conseguido volar. Ojalá. Lo que sí es que, en un futuro no muy lejano, trabajo no tendría por qué faltarle.
@JI_Carranza
Publicado el 8 de febrero de 2018. Sección Cultura, Periódico Mural