El primer recuerdo que tengo de Juan José Arreola es el de la imitación suya que hacía Enrique Cuenca, El Polivoz. ¿Malamente? No lo creo, aunque lo más probable es que esa imitación me pareciera más enigmática que cómica. Me hacía falta conocer el modelo para saber bien cuáles eran los rasgos que caricaturizaba el gran Cuenca: la melena alocada, la capa, la mirada algo desorbitada y, sobre todo, la voz, una voz, en cuya suavidad un poco siseante viajaba una especie de deslumbramiento constante, como si cuanto dijera esa voz estuviera decidido por el asombro: «¡No lo conocía, no lo conocía!», se exaltaba el personaje cuando le presentaban a alguien.

Más tarde, claro, conocí al verdadero Arreola, y seguramente habrá sido también gracias a la televisión, en alguno de esos programas protagonizados por su voz encandilada. Había uno (hasta hace poco lo encontraba en YouTube, ya no doy con él) en el que iba subiendo el Cerro de las Campanas, y al llegar frente a la estatua gigante de Juárez que lo corona, literalmente caía de rodillas, recitándole su devoción. Ahora recuerdo la parodia del Polivoz (tampoco la hallo en YouTube: uno piensa que en internet están todos los tesoros del universo, pero luego resulta que no), y ya me parece más divertida que misteriosa. Pero a lo que voy es a esto: es bastante extraño que hubiera un tiempo (los años setenta, a lo mejor un pedazo de los ochenta) en que un escritor como Arreola figurara de un modo tan vivo y tan constante en la cotidianidad de la población en general, lectores y no lectores. Un grandísimo escritor, hay que recalcar, autor de obras perfectas y eternas, y además dueño de una memoria magníficamente poblada que, por si fuera poco, era un inagotable dispensador de maravillas para quienquiera que estuviera cerca. Yo creo que raro era entonces quien no supiera quién era Arreola, así sólo se lo conociera por medio del personaje deschavetado del Polivoz. ¿Y por qué dejaría de pasar eso? ¿Qué escritor podría tener hoy aquella omnipresencia en nuestra imaginación?

Este lunes se celebrará el Día Mundial del Libro leyendo La feria de Arreola. Sensacional. Pienso que no hay libro que sirva mejor para hacer una lectura colectiva.

 

J. I. Carranza

Mural, 19 de abril de 2018