El sainete de estos días en la llamada diplomacia cultural mexicana deja ver varias cosas acerca del régimen en que estamos, y conviene tomar nota, al menos por el interés histórico que tendrán los hechos actuales cuando, en el futuro, se busque comprender qué diablos pasó. Como en toda obra mal compuesta, hay parlamentos incoherentes, hay pasajes truncos, las acciones de los protagonistas no parecen consecuentes con sus motivaciones, los chistes no funcionan. Pero lo que hay basta para hacerse una idea del caso y de la gravedad que reviste si se lo considera un precedente para casos futuros.
Tras la defenestración abrupta del agregado cultural de la Embajada mexicana en Madrid, explicable sólo porque éste se habría burlado del discurso en que un funcionario de la SEP deplora que se lea por placer, y porque tal funcionario es un claro protegido de la esposa del Presidente y del Presidente mismo (si hay otras explicaciones, no han sido claras y no se han expuesto con pruebas), nos esperaba aún un pasaje muy amargo, saturado de antiintelectualismo y misoginia, cuando se dio a conocer que quien sustituirá al defenestrado será la escritora Brenda Lozano. Rencorosos, rabiosos, se diría que asqueados, patéticos si no fuera porque todo fanático es un peligro ambulante, saltaron los corifeos de la Cuarta Transformación a injuriar a Lozano y a deplorar su nombramiento, en razón de que ha criticado más de una vez al régimen y al santo varón que lo encabeza, y eso, los indignados, sencillamente no lo pueden tolerar. Rueda por los suelos, entonces, la segunda cabeza: la del funcionario que había decapitado al primero y nombrado a Lozano: en sentida carta al canciller, le dice que él nomás ya no puede.
Quienes atacan a Lozano seguramente querrían verla salir de escena antes incluso de que acabe de entrar. Ojalá que no pase —ella no se va a dejar, es seguro. Pero, en todo caso —y es de lo que conviene ir tomando nota—, ya están viéndose las consecuencias que tiene discrepar o criticar. El linchamiento, por ejemplo.
Es tan mala, tan infeliz, esta comedia, que los únicos que deben de estar muertos de risa son el torvo funcionario de la SEP y la imperiosa protectora que tiene en Palacio Nacional.
J. I. Carranza
Mural, 19 de agosto de 2021.