Si en cada literatura hay una figura titular (en la inglesa, Shakespeare; en la italiana, Dante; en la española, Cervantes; en la mexicana, Paco Ignacio Taibo II… ¡ah, no!), la de Portugal tiene en ese sitio a Fernando Pessoa. Probablemente alguien dirá que no, que es Luís de Camões, pero seguramente en el siglo pasado y en lo que va de éste es mucho mayor la visibilidad que el autor de El libro del desasosiego ha dado en el mundo a las posibilidades poéticas de la lengua lusitana. Es, digamos, el referente a partir del cual nos representamos lo que se escribe allá. Ahora bien: los mexicanos sabemos, por la importancia que Rulfo tiene para nuestra literatura, que la preeminencia de un solo nombre por encima de todos los demás entraña el riesgo de las simplificaciones. Y el hecho es que la literatura portuguesa es muchísimo más que Pessoa.
Creo que en el programa literario del Invitado de Honor de este año en la FIL hay varias oportunidades para corroborarlo. Para empezar, se tendrá la participación de António Lobo Antunes, un viejo conocido de esta feria —su discurso de recepción del Premio FIL debe de ser uno de los más memorables que se han pronunciado. Autor de una vasta obra por cuya audacia ha conseguido asomarse a honduras de lo humano que antes de él habrían parecido inalcanzables, Antunes, ciertamente, es un autor exigente y desafiante, pero sus lectores sin falla nos vemos recompensados con impresiones indelebles de las presencias que pueblan sus novelas y de los destinos que éstas protagonizan. Es una suerte que volvamos a tenerlo aquí.
Es un programa muy diverso y atractivo, con nombres como Lídia Jorge, Nuno Júdice, Dulce Maria Cardoso, José Eduardo Agualusa, Valter Hugo Mãe, Teolinda Gersão, Gonçalo M. Tavares, José Luís Peixoto (los dos últimos bien publicados en México desde hace tiempo, el primero por la editorial Almadía y el segundo por la tapatía Arlequín), entre muchos otros.
Ahora bien: hay otra presencia importante en las letras portuguesas, la de José Saramago, quizás el autor de esa lengua más conocido. Y estará bien reencontrarse con él en su recordación, pero lo cierto es que la FIL conviene aprovecharla más para los nuevos descubrimientos.
J. I. Carranza
Suplemento PERfil de Mural, 26 de noviembre de 2018