Muy divertida, la entrevista reciente en la que el escritor Paulo Coelho se ve acorralado por sus propias respuestas. Según esto, el brasileño es reacio a tratar con la prensa, y en esta ocasión habría cedido porque el medio que lo requería es uno donde él colabora; además, acaba de lanzar un nuevo libro, y lo que suele esperarse de un autor es que, además de escribir libros (que ya sería suficiente), se avenga a participar en todo lo que haga falta para que se vendan: presentaciones, entrevistas y demás circo. (Siempre me acuerdo, a este respecto, de una anécdota de Juan Carlos Onetti, a quien le organizaron un gran homenaje una vez; vino gente de todos lados, costó mucho trabajo convencerlo a él de que asistiera, y, cuando le tocó por fin tomar la palabra, se levantó de su asiento, tambaleante —parece que todo el rato había estado dándole tragos a su whisky— y solamente dijo: «Yo no hablo. Yo escribo». Y volvió a sentarse para seguir chupando).

El caso es que el autor que ha vendido, según la misma entrevista, 225 millones de libros y posee, por tanto, una fortuna considerable, tuvo a bien afirmar que sigue considerándose hippie (Hippie es el título de su nuevo libro), y entonces la reportera, naturalmente, quiso saber cómo es posible eso: «¿Se puede ser hippie viviendo en Ginebra, en una casa extraordinaria con vistas al Montblanc, rodeado de obras de arte y con mayordomo?». Ahí empezó a responder de modo cada vez más airado, en un berrinche espectacular, hasta decir: «Borra todo, empezamos otra vez…». Felizmente, la reportera no sólo no borró, sino que lo publicó todo.

Con frecuencia me encuentro con lectores de Coelho. No es tan misterioso que lo sean: la maquinaria de la publicidad funciona muy bien. Y lo más seguro es que esos lectores lo sean porque no han tenido más remedio: no se han encontrado con otras lecturas. Antes, yo me empeñaba en demostrar, especialmente a mis alumnos, por qué es prescindible esta literatura. Pero ya vi que no hace falta esforzarse mucho: pasado un tiempo, y si se les pone al alcance otra cosa, los lectores más fieles acaban desengañándose por su cuenta. Y, como en su entrevista, Coelho solito muestra lo que realmente es.

 

J. I. Carranza

Mural, 23 de agosto de 2018