A estas alturas de la llamada «Cuarta Transformación», las medidas más espectaculares tienden a reventar pronto como desastres. En los terrenos de la cultura, cada volantazo que han dado los recién llegados los ha llevado a estrellarse contra esa cosa tan necia llamada realidad (más necia que el Presidente, y eso ya es decir), y ya querríamos que se estacionaran un ratito, visto lo que nos ha acarreado tanto acelere. Así, por una vez cabe reconocer que una noticia reciente, que en principio puede parecer mala, quizás en el fondo no lo sea.

Se trata de esto: en enero pasado, en ceremonia encabezada por el Presidente y su esposa, además de Paco Ignacio Taibo II, se lanzó en Mocorito, Sonora, la Estrategia Nacional de Lectura. Ahí, López Obrador machacó sus inspiraciones acerca de lo que él entiende como el bienestar espiritual y blablablá. El caso es que, informó Notimex entonces, la tal estrategia tendría tres ejes, según el funcionario designado para encabezarla (Eduardo Villegas, quien funge como titular de la «Coordinación de la Memoria Histórica y Cultural de México», que quién sabe qué es): uno «formativo» (inculcar el hábito de la lectura en niños y jóvenes), otro «sociocultural» («que haya títulos atractivos para el público», según la nota), el tercero «informativo» (campañas a cargo de Comunicación Social de la Presidencia). A finales del mes pasado se hizo otro lanzamiento, y los ejes cambiaron: el «formativo» sigue, pero los otros ahora son «persuasivo» y «material». El Presidente dijo que gracias a la lectura sabe improvisar en sus discursos (ajá), y en boca de su esposa revivió un lema de la administración de Vicente Fox (ajá): «hacer de México un país de lectores».

Bueno. La noticia, esta semana, es que no hay presupuesto para la estrategia de marras. Lo reconoció Villegas, quien sigue chambeando en el asunto, aunque no esté claro con qué ojos. Y alguien podría decirse: «¡Cómo quieren que funcione así!». Pero ahí está la buena noticia: que no tendrán dinero que derrochar en semejantes ocurrencias, ni nos infestarán con su demagogia y su cursilería acerca de lo bonito y saludable que supuestamente es leer. ¡Por fin una medida de austeridad sensata!

 

J. I. Carranza

Mural, 11 de julio de 2019